


«Las inteligencias poco capaces se interesan en lo extraordinario;
las inteligencias poderosas en las cosas ordinarias.»
Elbert Hubbard
Hay empresas extraordinarias, en las que da gusto trabajar, que atraen a los clientes por lo ofrecen, que los fidelizan por la calidad de su servicio y no con estrategias de marketing. También existen personas con las que nos encanta estar, con las que sabiendo que vamos a compartir un tiempo con ellos, en el trabajo, o en un paseo nos sentimos alegres, porque sabemos que vamos a disfrutar. Tampoco hacen mucho por atraer a las demás personas, quizás solo ofrecer lo mejor de sí mismos. Tanto en esas empresas, como al lado de esas personas siempre suceden cosas, distintas, nuevas, que no esperamos que hacen que el mundo gire quizás diferente, con sabor a magia y a vida.
Hace tiempo que les observo, y siguen lo que yo he acuñado como la filosofía de lo extraordinario. Tú también las tienes a tu alrededor, y es muy fácil reconocerlas, no tienes que mirar fuera, solo dentro de ti. Están en esos lugares en que se cruzan risas fáciles, de esas que salen de dentro de uno, en las que uno no tiene otra forma de ser que uno mismo, en la que todo es bienvenido. Las personas que siguen la filosofía de lo extraordinario sonríen además con los ojos e iluminan el ambiente en que están.
Hoy voy a darte algunas pinceladas de lo que es para mí y de las claves de la filosofía de lo extraordinario.
- Conexión. Cuando hablas con las personas que siguen la filosofía de lo extraordinario, se repite una palabra una y otra vez: conectar. Todos buscan conectar, si es una empresa conectar de verdad con su cliente. No para captarle sino porque como empresa necesita conectar. Si es una persona, cada uno conecta a su forma: un camarero con la mirada y con la sonrisa a la hora de servirte un café, un músico conectar la emoción que transmite con la emoción de la otra persona, o quizás una mirada también. Llevan la conexión hasta un estadio más allá, buscan la conexión de las almas, no solo de las miradas, ven a las personas que tienen delante, no solo las miran, las ven y las acogen tal y como son, tal como llegan. No se sienten personas individuales, aislados del resto, sino tan solo una parte de algo más, uno más de un todo. Por eso son seres sociales, a los que les gusta interactuar con el mundo, y dejar que el mundo les sorprenda. Y les sorprende no porque no se esperan lo que ven, sino porque sus ojos son capaces de observar milagros a cada paso.
- Curiosidad. La curiosidad está relacionada con la conexión, buscan saber más de ti, saberlo todo, solo por la necesidad de satisfacer esa curiosidad respetuosa de la que hacen gala. Buscan conocer de ti, porque realmente están interesados, porque tu existencia les parece mágica, porque piensan que eres un universo en sí mismo, con tu pasado, con tus comportamientos, tus emociones y tu forma de ver el mundo. Igual que a unos les puede gustar viajar, a estos además les gusta “ir de turismo” a ver otros seres.
- Confianza. Irradian confianza, quizás porque son honestos, porque se muestran tal y como son. Ni más, ni menos. Como todo es transparente, como te aceptan tal y como eres se establece un ambiente de confianza que flota alrededor de la relación. Quizás es porque tampoco tienen miedo a la vida, la viven tal y como viene, y sin miedo la confianza y la credibilidad reinan en el ambiente.
- Generosidad. Tienen mucho que ofrecer al mundo y lo ofrecen sin esperar nada a cambio y este quizás es el secreto. El mundo les devuelve lo que les ha aportado de formas totalmente sorprendentes y en un efecto multiplicador, y ellos recogen todo esto y lo vuelven a verter en el universo y así sucesivamente.
Todos tenemos un ser extraordinario dentro que quiere salir a disfrutar de vidas extraordinarias. Es solo una cuestión de filosofía de vida. Todos lo hemos sacado a pasear alguna que otra vez, otros ejercen la filosofía casi todos los días de su vida.
¿Quieres saber más? 4 días de filosofía de lo extraordinario.



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