


Hoy quiero unirme a la felicitación de esas mujeres, grandes, libres, divertidas, cariñosas, valientes, a las que me siento unida, a las que siento que pertenezco, de las que he nacido, a las que me han criado, me han educado y enseñado, de las que me rodeo, a las que me encuentro cada día, a las que hoy, deseo sentirme aún más unida, a las que hoy me apetece rendir tributo. Empecemos con el recuento.
Felicidades a las futuras mujeres, a las niñas, entre ellas a mi hija, a las que quedan, tantas cosas por descubrir, tantas montañas que subir, tantos caminos por recorrer. Felicidades por haber nacido mujer, porque tienen un cuerpo, que probablemente les permitirá llevar otras vidas en su vientre, darles la vida, y amamantarlos cuando nazcan. Felicidades porque les queda una larga vida por delante en la que podrán disfrutar de ser seres emocionales, valientes, de su intuición, de su sexto sentido, de esa complicidad y de esa particular magia femenina.
Felicidades a esas grandes mujeres, las abuelas, que permiten que las madres como yo, podamos dedicarnos más a nuestra carrera profesional, a las que nos preparan tuppers, recogen a nuestros hijos en el colegio, las que tienen el tiempo para jugar con nuestros hijos, del que muchas veces nosotros mismos no disponemos, las que los malcrían, las mismas que nos malcriaron a nosotras. Esas mismas que criaron a mujeres fuertes, como yo, que nos dijeron que ante cada tropezón hay que levantarse, a las que nos llevaron a ser mujeres independientes. Gracias madres por ser las abuelas de nuestros hijos, gracias abuelas por ser el refugio de los niños.
Felicidades a esas mujeres, las madres, que ven como su cuerpo se transforma con la llegada de los niños, como se reduce el tiempo de su cuidado, de maquillarse, de peinarse, de salir con las amigas. Esas que hacen malabares con las horas del día, con los pucheros, con las comidas, con los baños, con las cenas, con las nanas, con los niños, con la vida. Y aún así, están tan llenas de amor que no cambiarían ni un segundo de su vida, por ese amor infinito que es mirar a sus hijos.
Felicidades a las madres solas, separadas, divorciadas, a las que crían solas a sus hijos, con toda su fuerza, su energía y su amor.
Felicidades a las “sin pareja”, y orgullosas de serlo, a las que disfrutan de su tiempo, de su vida, y de su libertad, siendo conscientes de que “ellas lo valen”, y de que están viviendo la vida que quieren. Esas que todo lo que tienen se lo han ganado ellas solitas, y que ya han superado todos los síndromes de solteros acomplejados.
Felicidades a las amigas, especialmente a las mías, esas con las que tomarte un café, con las que comer y cocinar, esas con las que siempre que te sientas, sientes que has llegado a casa, que ese es tu hogar. Esas que no te juzgan, que riñen con cariño, con las que tenéis ese lenguaje solo vuestro, con las que las palabras, las miradas, significan cosas que sólo vosotras sabéis.



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